dimarts, 2 d’octubre del 2012

Catalunya desde aquí


Esta entrada la escribo en respuesta a un post que mi colega albaceteño Juan Martínez-Tébar escribe en su muy recomendable blog de matemáticas: los matemáticos no son gente seria.

En un ejercicio tan reflexivo y sincero como atrevido e infrecuente Juan Martínez-Tébar expone algunas de sus percepciones sobre 'lo que acontece en Catalunya' (si empiezo con perífrasis y eufemismos esto puede acabar fatal!). Amablemente, y a sabiendas que yo me encuentro un poco 'al otro lado', me pide mi opinión sobre el escrito. Pues allá voy.

Vaya por delante que lo que escribo tiene más de crónica de una desafección anunciada que de justificación de 'mis tesis soberanistas' (que no son mías, mucho menos tesis y son dudosamente soberanistas). Sinceramente, para esto último, me parece que sobra casi todo. Yo aspiraría sólo a que se deje hablar, se escuche y se respete la decisión de un pueblo que se expresa de la forma más democrática posible: a través de las urnas. Frivolizar a partir de aquí es tan torpe como inútil. 

Empiezo pues, como cualquier ignorante que se precie, hablando de lo que no entiende ... el uso del término nacionalista. En mi opinión éste es de aquellos conceptos que se han simplificado, adulterado y prostituido con el simple objetivo de convertirlo en ideología arrojadiza (que tan buenos resultados da siempre en este país). Acepto que alguien, por ignorancia o interés, identifique nacionalismo con narcisismo, sobreprotección o aislamiento absurdamente voluntario pero arrimarlo a actitudes de exclusión, de supremacía o incluso de xenofobia es completamente arbitrario (y falso!). Yo diría que el concepto, tal y como se vive aquí, tiene mucho más que ver con la reafirmación que con la exclusión, con el orgullo que con la arrogancia. Pero vamos, en todo caso se trata sólo de una cuestión semántica que, en mi opinión, aporta poco más que confusión a este debate. 

I, si!, los derechos de los pueblos existen ... y está bien que existan. Tiene todo el sentido que un pueblo tenga derecho a preservar su cultura, su lengua, su paisaje o sus tradiciones por ejemplo. Este es un patrimonio que no tenemos derecho a maltratar (suficientemente lo ha hecho ya la historia). De la misma forma que tiene todo el sentido que un pueblo tenga derecho a decidir sus gobernantes, sus leyes o su futuro (ya os la he metido! :-)). Hay que tener miedo a conceptos abstractos y/o colectivos sólo porque han sido siempre maltratados y utilizados de forma inmoral? ... no me parece de recibo que eso sea motivo suficiente. 

Además, contraponer estos derechos a los derechos individuales, me parece un error. Más bien se complementan. Nos guste o no, el ser humano ha tejido a lo largo de la historia complicidades con sus vecinos que lo encuadran en grupos sociales complejos.

Nos 'apetezca' o no, Catalunya es una nación. Eso es casi tan obvio que parece ridículo discutirlo. Que puede temer España del hecho que se reconozca esta realidad?. Lo desconozco. Acaso que Catalunya tenga una lengua propia no es prueba objetiva suficiente? ... no tiene el alemán un estado que lo agoge?, o el francés?, o el griego?, o el inglés?, o el danés?, o el holandés?, o el noruego?, ... el estado natural de una lengua es un estado que la ampara. Aunque la catalana, tan desafortunada ella, no es que no tenga un estado que la ampare, si no que ni siquiera goza de una cuna cuyo reconocimiento merezca la condición de nación. Éso solo puede pasar en España.

El caso de la lengua es especialmente doloroso. El ninguneo es permanente en todas las instancias del Estado (políticas, culturales, ... ) haciendo servir la existencia de una lengua común como coartada para casi el menosprecio (la expresión máxima de esta desconsideración se encuentra en el prestgiosísimo festival de Eurovisión que nunca ha tenido una representación española en lengua catalana :-DDD). Para colmo hemos tenido que soportar la ignominia de una campaña de intoxicación permanente de la derecha más rancia inventando un conflicto lingüístico en Catalunya y presentando en españa una falsa (de toda falsedá!) imagen de estado de sitio lingüístico. La patraña es tan indecente que nadie que haya pisado Catalunya más de ocho horas seguidas puede mantener semejante embuste.

Ciertamente la ley de normalización lingüística establece la lengua catalana como vehicular (de hecho este establecimiento proviene del 1983) y es conveniente que así sea ... y que así haya sido durante estos 30 años. Se trata de una política de protección y de una política de cohesión que ha dado excelentes resultados incluso en un momento en que el flujo inmigratorio se ha contado por centenares de miles. 30 años. Hace falta algo más?.

Y mientras tanto se han tenido que oir constantemente críticas de despilfarro por cualquier cosa que ponga en valor la lengua y la cultura catalana. Se ha criticado de forma impúdica TV3, una televisión que está a la altura de las mejores televisiones de Europa y que, sin ninguna duda está muy, muy por encima de cualquiera de las que se pueden ver en España. Se escandaliza por el derroche en el Institut Ramon Llull (con un presupuesto de 14M  mientras el admiradísimo, i seguramente con razón, Instituto Cervantes ronda los 100M €-). El mismo presupuesto del Departament de Cultura de la Generalitat, criticado con una mezcla de sorna e indignación, ascendió en 2011 a unos 280M€ mientras las ayudas a los toros lo hacían a más de 550M€ -déjame hacer demagogia :-) -


Es cierto que el muro de incomprensión es enorme, básicamente porque seguramente lo hemos construido sobre prejuicios y suspicacias a partes iguales. Pero aquí también debo decir que la impresión es que la incomprensión de Catalunya respecto a Espanya (debería decir resto de España, verdad?) es bastante más comedida y educada que la que se observa a la inversa. Sólo hay que ojear algunos diarios, algunos canales de TV o visitar Twitter -échate una vuelta por la cuenta de @apuntem- para darse cuenta que difícilmente se encuentran a este lado "del muro" cosas similares.

Verdaderamente Catalunya tiene un cierto nivel de autogobierno. Es el suficiente?. Puede aspirar a más?. Lo tiene en exceso?. Tenga el que tenga la verdad es que quiere más ... quería más ... porque, de hecho, ahora ya lo quiere todo. Esa obstinacción de papá-Estado de atar corto a todos y a todos por igual es la que ha llevado a la cuerda a romperse en mil pedazos. Ese café para todos para diluir, ese café para todos absurdo e inútil es el que acabó con la cafetera y las ganas de tomar café.

La economia ciertamente tiene su peso y negarlo sería como ponerse una venda en los ojos para que no te vean los demás. Pero las cifras, se interpreten como se interpreten, conceden a Catalunya la etiqueta de  aportadora neta al estado. Eso no creo que haya nadie que lo discuta. De la misma manera que creo que es indiscutible que a esta situación no se ha llegado de forma independiente a la evolución social y económica del resto del estado. Negar esta contribuión es tan absurdo como negar el protagonismo, el liderazgo y el dinamismo de la economía catalana a lo largo de siglos. 

Esta aportación neta en Catalunya no se discute, òbviamente. Pero tampoco se discute la existencia y la necesidad de un mecanismo de solidaridad o reequilibrio interterritorial (que estaba incluso en el texto de la propuesta de Estatut más audaz de la historia -2005-). No se discute y se acepta -posiblemente de mala gana en algunos ámbitos-. La protesta y la reclamación tiene más que ver con que ese mecanismo pueda llegar a reducir las posibilidades de desarrollo y la obtención de los mejores servicios y mejores condiciones de vida para los ciudadanos catalanes. 

Y ahí, en esos deseos legítimos de prosperidad, el ciudadano choca con la realidad del día a día y de los centenares de km de autopistas de pago, la gestión del aeropuerto del Prat centralizada en Madrid, el traspaso tardío y en condiciones insultantes de las cercanías de RENFE, la inexistente conexión del AVE con Francia, el menosprecio del vital corredor del Mediterráneo, el reiterado e ilegal incumplimiento de los acuerdos de inversión en obra pública (aquí los compromisos y la legalidad son más condicionales), ...

En el 'tema económico' batallar por un sistema de financiación subjetivamente justo es obligación. Parece razonable. Parece lícito. Parece posible. Pero no. De eso, en España ni se habla.  

Se nos acusará de victimismo, i no sin razón, pero este es un deporte nacional (sea lo que sea eso de nacional ;-)) que practicamos todos y que el estado utiliza de forma arrogante, desde su posición de poder, como si detrás de ese sentimiento no hubiera más que una actitud infantiloide a la cual, por supuesto, no hay que hacer caso. Es el profesor incapaz que despacha las quejas de sus alumnos tachándolos de gandules e incompetentes ... y se queda tan ancho.


El federalismo ... pues si, hubo un tiempo en que fue quimera :-) hasta que se encargaron de ahogarlo. Y sobre el federalismo asimétrico que te voy a decir ... aquí suena tan real o tan posible como Frodo, Gandalf o la espada de Isildur (aunque el PSC se agarra a el aún a sabiendas que Rubalcaba le dará una padada en la boca justo cuando esté en el "asimét!"). En el 2005 una propuesta sólida de Estatut fue aprovada en el parlament de Catalunya con 120 votos favorables contra 15. Un explosión de júbilo i optimismo que hubiese sido una ocasión maravillosa de dar una paso adelante, un paso confiado y generoso en el complejo encaje de Catalunya en el estado. Pero Rajoy recogiendo firmas contra el Estatut, Camps vilipendiandolo al mismo tiempo que introducía la cláusula Camps en el suyo (se puede tener más desvergüenza?) junto con campañas mediáticas extraordinariamente violentas dieron de bruces con las ilusiones en el desengaño.

De la sacrosanta Constitución española que puedo decir ... estos son algunos articulos de las primeras páginas ... suficientes para su suicidio moral ...
  • Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad.
  • Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas.
  • Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo,...
  • Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia.

Y finalmente se considera ya casi anacrónico hablar de fronteras en un contexto de interdependencias cada vez más acusadas pero, quien habla de fronteras? ... se habla de soberanía, del derecho a participar de las decisiones, del derecho a decidir ... y, nos guste o no los ámbitos de decisión en Europa están unidos a los territorios y a los pueblos. Nadie, repito, nadie diluye voluntaria y sumisamente su soberanía en una soberanía superior. En todo caso aspira a participar de la construcción de esa nueva soberanía y decidir activamente. Es lo natural, y es lo conveniente. Y eso es lo que quiere una parte muy importante del pueblo de Catalunya. Sencillamente.

El cariño y el afecto unen, y la confianza, y el respeto, y la comprensión, y el equilibrio. Y confundir unión con sumisión es un pecado.